lunes, 25 de septiembre de 2017

DOS MONSTRUOS

Después de haber leído la historia de Dos Monstruos donde la trama trata de una discusión por saber si el día se va o la noche llega, un conflicto en donde se analiza que ambos hablaban de lo mismo, cuantas veces discutimos y somos tan aferrados que no podemos bajar la guardia y ver el otro lado que la persona nos expone.

Es tan grande nuestro orgullo que llegamos a creernos mejores que los demás, y que a veces nos cuesta mucho poder ceder a la opinión del otro individuo, si yo levantara mi mano y frente a mi quedara la parte de las uñas y del otro lado, a mi compañero le queda a la vista las líneas de la palma de mi mano, y yo le preguntara, ¿qué es lo que el mira en mi mano? por lógica me respondería que ve cinco dedos, líneas, huellas, y si el me preguntara que es lo que yo veo le respondería que veo uñas, mugre, bellos en mi piel y claro también cinco dedos, entraríamos en un conflicto por querer tener la razón y por decir que no es posible que uno ve ciertas partes, si es la misma mano que ambos estamos viendo.
La solución aquí seria que yo volteara mi mano y que ambos pudiéramos ver y analizar el por qué teníamos diferentes respuestas.

Así de fácil sería la vida si nos permitiéramos poder manejar este tipo de situaciones y no querer siempre tener la razón, aceptar las opiniones de los demás y saber tratar con personas difíciles, porque muchas de las veces esto se vuelve un gran conflicto como la historia de los dos monstruos.

Pero somos humanos y nos gusta lo complicado, nos encanta querer tener la razón y más querer demostrar que no nos equivocamos, es bueno también aprender a ceder la razón y aceptar cuando estamos en el error y sobre todo saber pedir perdón, por que muchas veces nos enojamos y llegamos a lastimar a las demás personas con nuestras palabras, esto es porque  nos dejamos llevar por el impulso y no medimos las consecuencias del mal que podemos ocasionar en ellas y las reacciones que estas puedan traer.

De nuestros errores y de los ajenos también se aprende, es muy importante siempre poner en práctica nuestros valores, y sobre todo tener una visión y mente clara para cada conflicto que la vida nos vaya poniendo y poder actuar con sabiduría e inteligencia y así ahorrarnos cualquier desgaste físico o emocional.


De mi parte esto es lo que la lectura me deja como reflexión, tengo claro que debo seguir trabajando con mis emociones y saber controlarme con cada situación que se llegue a presentar y no olvidar que cada persona es diferente y debo saber tratar con cada una de ellas, ya que en futuro cuando ejerza mi carrera estaré trabajando con miles de seres humanos distintos a mi. 

lunes, 4 de septiembre de 2017

JUAN SALVADOR GAVIOTA

Juan Salvador Gaviota
La historia cuenta de una gaviota que lo único que le preocupaba era volar y seguir siendo libre y tratar de aprender estilos de vuelos.
Su forma de ser no la entendían sus padres a los cuales solo los avergonzaba con su forma de ser, juan era el único en su especie que logra hacer diferentes estilos de vuelo los cuales eran muy peligrosos e incluso llego a tener accidentes por su forma y estilo de realizarlos. El día que tuvo un accidente prometió ser como todas las gaviotas pero rompió la promesa volando a una altura que ninguna en su especie podía lograrlo llego tan alto que fue vista por dos gaviotas mas las cuales lo motivaron a seguir volando.
Conoció a Rafael el cual fue su instructor y por mucho tiempo Juan aprendió diferentes estilos de vuelos pero había algo en Juan que lo hacía que volviera a sus orígenes, el regreso y enseño a Pedro su forma de ser y que todas las gaviotas son libres, que tienen que alcanzar sus metas y que no acepten limitaciones.
Y así poco a poco más gaviotas se fueron uniendo a Juan hasta lograr grandes vuelos como los de Juan.
De los personajes que menciona como la gaviota Chiang se caracteriza por ser quien le enseño también a Juan a dejarse de ver como un prisionero de su cuerpo y que descubriera que el secreto estaba en su pensamiento.
Rafael, una gaviota persistente le enseño que Gaviota que vuela lejos, vuela alto. Con él aprendió a comunicarse telepáticamente y con el corazón.


Creo que en la vida tenemos que ser así como Juan, perder o ganar pero sobre todo arriesgar a ser quienes queremos ser y no limitarnos por lo que los demás quieren que seamos.